martes, 21 de febrero de 2012

Criticas cinéfilas (LXXIII): Cisne Negro


Director: Darren Aronofsky
AÑO: 2011
NOTA: 8,5

Aronofsky puede sentirse orgulloso de ser otro de esos cineastas que saben bien lo que es mezclar personalidad con descontrol y obtener como resultado calidad. En realidad es algo que captas de inmediato en sus últimas películas cuando ves el retrato que realiza a sus personajes, muchas veces llevados al límite, que es donde él parece se encuentra más cómodo de cara a contar su historia y ahí tenemos como ejemplo reciente “El Luchador”. Además ha conseguido aunar ese punto del cine independiente que le caracterizaba con otro de comercialidad que ha acabado provocando que el interés por sus cintas se haya ampliado y abarcado un mayor número de públicos. Va aprendiendo el bueno de Darren.

Cisne Negro es una gran película porque, primero de todo, tiene todo un arsenal de referencias previas ya buenas de por sí. Aronofsky coge las riendas y toma sus bases de algunos de sus referentes que indudablemente van desde el desaparecido Satoshi Kon (el recuerdo a Perfect Blue es total) a algunos cineastas americanos y europeos, tales como Polanski. Eso no invalida el trabajo del director ni tampoco el resultado final de la película pero si ayudan a potenciar y aceptar sus virtudes. En segundo lugar es buena porque sabe transmitir perfectamente todos los detalles de la historia. Aunque en realidad es merito compartido con el trabajo realizado por los protagonistas, parte del seguimiento feroz y calculado de la cámara, el compaginarse con la gran banda sonora de Clint Mansell o el simple descontrol en el que entra Nina y del que es coparticipe el propio Aronofsky (el mismo descontrol al que hacía mención al inicio) hace que la intensidad por lo general se dispare y caigas atrapado en las alas del cisne. En tercer lugar, destacaría la fantástica ambientación opresiva que se traslada a los personajes y que facilita conectar mucho más con la historia. Los camerinos, la habitación de Nina, el pub…todos transmiten un extraño agobio y desasosiego que van acordes a los hechos ocurridos y sentimientos del personaje principal. Y en cuarto lugar, obviamente, las interpretaciones. Vincent Cassel borda al exigente director y Mila Kunis a la bailarina rival pero es evidente que es Natalie Portman el autentico eje en el cual gira todo el espectáculo.


El papel de Portman es complejo pero parecía que le venía anillo al dedo para demostrar su talento. Nina es una joven bailarina que ansía hacerse con el papel protagonista de El Baile de los Cisnes que su compañía estrenará en breve. Se considera capacitada para el rol pero el director le exige más, tiene una rival que consigue seducir mejor y tiene una madre que carga sus propias frustraciones en su hija. Nina teje, bajo semejante presión, una patología que la llevará a transformarse en el poderoso cisne negro aunque, por el camino, el precio pagado sea demasiado alto. Oscar 2011 a la mejor interpretación femenina. No es raro pues esta Nina es casi una extrapolación de la Portman real. La atractiva chica de Harvard que llegó al cine con una gran corrección técnica pero que no había conseguido superar interpretativamente a la niña que fue en Léon aquí se encuentra ante su punto álgido. Aronofsky provoca no solo que Nina se desate, se suelte y se convierta en el cisne negro sino, que en el proceso, Natalie Portman también consigue soltarse y firmar una de sus mejores interpretaciones. Ahora ya no hay excusas, ahora Natalie es una actriz completa. Y yo que me alegro.

Cisne Negro es una bonita locura, una lección de cine descontrolado y desatado que sigue distando, para mí, de la obra maestra que muchos dicen que es. Sin embargo, es una película potente y visceral, de las que atrapan al momento y no te sueltan hasta el final, de las que adoras irremediablemente porque sus virtudes anulan sus defectos y donde técnica y artísticamente funciona como un reloj. Que vengan más como esta, por favor.

Salu2!

PD: Proxima parada: The Fades.

No hay comentarios: