domingo, 5 de febrero de 2012

Black Mirror: crítica y retrato


Otra miniserie británica la que os traigo hoy. Se llama Black Mirror y es, probablemente, una de las mejores cosas que le pasó a la ficción televisiva el año pasado. Viene firmado por Charlie Brooker al que ya vimos de qué pie cojeaba con la curiosa y rara Dead Set. Son tres episodios autoconclusivos que rondan la hora de duración y que tienen por objeto final una crítica social de las más contundentes que se recuerdan. ¿Os pica la curiosidad?

Black Mirror propone en sus tres episodios situaciones completamente distintas: un presidente del gobierno obligado a rebajarse ante las amenazas de un secuestrador, un joven que pedalea en una bici como un autómata y una pareja que vive sin intimidad. Personajes distintos, épocas incluso distintas e historias diferentes pero todas con un nexo común: la tecnología, o mejor dicho, las aplicaciones de esas tecnologías. La idea de Brooker sale a relucir según pasan los minutos y no le cuesta demasiado golpear al espectador pues está todo perfectamente calculado para hacerte pensar. Y ya lo creo que piensas, tu cabeza debate ante lo que está presenciando, te conmueve y las preguntas aparecen solas: ¿Qué aplicaciones o sentido les estamos dando a las tecnologías? ¿Es correcto o nos precipitamos y doblegamos ante ellas? ¿Podríamos llegar a vivir como autómatas totales en un futuro próximo? ¿Está la intimidad vendida? ¿Qué papel juega la moral en todo esto y donde queda tras semejante percal?

El mensaje de Black Mirror es muy potente y se difumina de formas diversas en los tres capítulos. The National Anthem, el primero, lleva al límite al primer ministro británico. No os cuento más porque el efecto sorpresa se perdería pero según se suceden los minutos se ve la enfermedad social que denuncian los guionistas, la del morbo desmedido de una población que ejerce además su presión a través de los medios y redes sociales como si de juegos de diversión se tratase. El resultado final resulta contradictorio pues esa misma gente que le daba al me gusta en facebook o twiteaba luego se horroriza al final. Este episodio es para ponerlo en las escuelas. Must see.

El segundo capítulo, 15 Million Merits, nos sitúa en un futuro indeterminado donde parece que la vida se ha vuelto terriblemente autómata. Las personas, encerradas en lo que parecen gigantescos edificios, pedalean en bicis estáticas para conseguir unos créditos canjeables. Éstos podrán usarse para pagar servicios, alimentarse y acceder al reality Factor X, la única vía (parece) para salir del “pedaleo diario”. Aparte de lo fantástico que está Kaluuya (pronto hablaré sobre The Fades, donde también participa el actor) este episodio es toda una declaración de intenciones contra los programas reality y sus audiencias. La moraleja final es también muy devastadora.

Y el ultimo capitulo es The Entire history of you. Este es el más redondo de los tres desde mi punto de vista porque es donde más claro se ve la denuncia a un futuro subyugado a la tecnología. En este relato la humanidad cuenta con un aparatejo incrustado en la cabeza que les permite almacenar todas sus vivencias y reproducirlas a posteriori con un pequeño mando a distancia. Esta tecnología provoca una crisis en la relación de la pareja protagonista a causa de la reinterpretación de los recuerdos. Dudas, nuevos enfoques, sospechas…la intimidad se ha convertido en un término voluble y efímero, cuasi inexistente y la humanidad, de nuevo, prisionera y atormentada, en resumen, infeliz.

En fin, otra vez la ficción inglesa por delante. Miniserie muy especial y de gran calidad que desde aquí os recomiendo encarecidamente.

Salu2!

PD: Zelda, Natalie Portman, series fantásticas, el detective más famoso…mucho por venir!

2 comentarios:

Raistlin dijo...

Muy buena, ciertamente hace pensar y da un buen mazazo en cada uno de los episodios.

El primero quizá sea el que más impacta por lo llamativo de la propuesta, y su genial resolución, pero los otros dos están también francamente bien.

Xesu dijo...

Sí, precisamente tu reseña me animó a tenerla en cuenta. A mí me parece una de las mejores miniseries del año pasado. Es tremendamente sincera y retrata bien a la sociedad de estos tiempos que corren. A ver si Charlie Brooker se prodiga más y nos trae pequeñas joyas como esta.